Giraluna

viernes, 4 de octubre de 2013

Aunque muchas son las novedades del panorama de la literatura infantil, hay un gran número de obras que son rescatadas en la actualidad para nuestro disfrute.
Hoy me gustaría hablaros de tres de esas reediciones que hoy pasan a formar parte de la biblioteca de los más pequeños, aunque también un día estuvieron en la nuestra.

Buenas noches, Luna. Este clásico de la literatura infantil apareció por primera vez en 1947. Ha conquistado a generaciones de lectores hasta llegar a venderse 16 millones de ejemplares en todo el mundo.
Sus autores, la escritora Margaret Wise Brown y el ilustrador Clement Hurd consiguen gracias a la poesía pausada de su texto y unas imágenes suaves y apacibles hacer de este álbum un opción fantástica a la hora de irse a la cama.
En la habitación verde y tranquila, dentro de su cama se encuentra un conejito. "Buenas noches, habitación tranquila. Buenas noches, luna."


Hay un cocodrilo debajo de mi cama. Otra magnífica opción para la hora de ir a dormir. Sobre todo para aquellos que les cuesta un poco vencer sus miedos nocturnos.
Este álbum atemporal es obra del autor Mercer Mayer y se publicó por primera vez en 1987. 
Hay un cocodrilo debajo de la cama. Papá y mamá no lo saben, nunca lo han visto, pero está aquí. ¿Quiere comerme? Tal vez el cocodrilo preferiría algo diferente, quizá un bocadillo y un poco de tarta... 
No os perdáis la forma tan ingeniosa que nuestro héroe encuentra para resolver su problema...




La historia de los bonobos con gafas. Y por último, el tercero de los álbumes rescatados por la editorial Kalandraka dentro de la colección "A favor de las niñas". Su autora, la escritora italiana Adela Turín decidió escribir estos libros para combatir la discriminación de género desde el ámbito de la familia.
Han transcurrido muchos años desde su primera edición, pero hoy en día estos libros siguen siendo necesarios.
Ellos comían, viajaban y se modernizaban mientras ellas recolectaban comida y criaban a la prole. Pero los bonobos no aceptaban que las bonobas también pudiesen aprender y evolucionar.


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